Empresas Familiares: El 70% desaparecen al morir el fundador

Santiago Dodero, Director del Instituto de la Empresa Familiar, asegura, según las estadísticas, que el 70% de las empresas familiares que son gobernadas por los hijos del fundador desaparecen al fallecer el mismo.

“Es cierto que no sucede de modo inmediato, sino mientras los hermanos y socios toman el control y, posteriormente, entran los hijos. Pocas empresas familiares llegan a transferir la propiedad a la tercera generación. Las empresas tienden a desaparecer antes.

La experiencia – y la opinión de colegas – nos permite comprobar que la causa principal del fracaso está primeramente en los conflictos familiares, que trascienden a problemas de gobierno; luego, en problemas de competitividad y rentabilidad y, finalmente, en los ahogos financieros.

Los retos para los futuros líderes de instituto de la empresa familiar  se han incrementado exponencialmente. Los fenómenos como la globalización y el desarrollo constante de nuevas tecnologías han cambiado los viejos paradigmas de hacer negocios.

Además, en la empresa familiar se hace más compleja la gestión intergeneracional de padres con hijos, luego entre hermanos y socios, y estos con sus sobrinos, a quienes, con diferencias importantes en su formación empresarial, generacional y de intereses, les resulta difícil compartir el poder y gobernar corporativamente priorizando el crecimiento de las empresas y la unidad familiar.

La buena comunicación es imprescindible para consensuar políticas y normas que regulen la relación de la familia con sus empresas, para así separar los temas laborales, de gobierno y societarios de los familiares.

La clave para evitar la desaparición de empresas familiares radica en abordar de manera efectiva los desafíos que surgen en la transición generacional. Esto implica establecer mecanismos sólidos de gobierno corporativo que permitan resolver conflictos familiares de manera constructiva y profesional.

Además, es fundamental promover una cultura empresarial basada en la transparencia, la comunicación abierta y el trabajo en equipo. Esto facilita la toma de decisiones estratégicas que favorezcan la competitividad y la rentabilidad de la empresa a largo plazo, al tiempo que fortalece los lazos familiares y la armonía dentro de la organización.