Inteligencia Emocional

Inteligencia Emocional: 6 claves para evitar un conflicto con un compañero de trabajo

Todos hemos tenido algún conflicto en nuestro lugar de trabajo, pero ¿hemos podido resolverlo con éxito? Compartimos contigo algunos trucos para que puedas comenzar a entrenar tu Inteligencia Emocional.

En primer lugar, es importante destacar que el término inteligencia emocional, también conocido como EQ, fue adoptado por los investigadores John Mayer de la Universidad de New Hampshire y Peter Salovey de Yale.

Años después, Dan Goleman, el entonces periodista de ciencia del New York Times, recogió esta frase de una pequeña revista académica en 1990 y la popularizó en su libro Emotional Intelligence en 1996.

Goleman define la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.

Es más, frente a la paradoja entre inteligencia intelectual vs. emocional, expertos aseguran que el éxito depende en gran parte de la inteligencia emocional frente a la intelectual.

A partir de aquí, surge una gran pregunta, ¿se nace o se hace? Se entrena. Si bien todos venimos al mundo con un “temperamento determinado” no existen factores irreversibles de nuestro destino emocional.

Inteligencia Emocional
El éxito depende en gran parte de la   inteligencia emocional frente a la intelectual.

Justin Bariso, experto en comunicación empresarial y fundador de Insight, nos cuenta algunas claves para controlar nuestras emociones frente a un posible conflicto.

  1. Pausa: esta es la más importante de todas las herramientas emocionales. Debes tomarte un tiempo y pensar antes de hablar o actuar. Hacerlo evitará que digas o hagas algo que luego lamentarás.Prueba esto:  si sientes que comienzas a responder emocionalmente a una situación, haz una pausa. Cuando te sientas molesto, te resultará útil contar en silencio de 1 a 10. Si es posible, haz una breve caminata. Una vez que hayas tenido la oportunidad de calmarte, regresa y decide cómo quieres avanzar.
  2. Volumen: Cuando te comunicas, tu compañero de conversación a menudo reaccionará con el mismo estilo o tono que elijas. Si hablas con una voz tranquila y racional, responderá de manera similar. Si gritas, la otra persona también comenzará a gritar.Prueba esto:  si la discusión comienza a escalar, centra tus esfuerzos en “redireccionarla” suavizando su tono o incluso bajando la voz.
  3. Silencio: Si una discusión con otra persona se vuelve demasiado intensa y dejar la situación no es una opción, es posible que debas presionar el botón de silencio.
    En otras palabras, deja de hablar.
    Este método es útil porque en ese momento, compartir tu punto de vista no ayudará a la situación; por el contrario, generalmente empeora las cosas. Al presionar el botón de silencio, permite que la otra persona exprese sus sentimientos sin interrupción.
  4. Escucha activa: Con la intención de aprender más sobre la perspectiva de la otra persona trata de escucharla con atención. En otras palabras, no escuches con la intención de tener una respuesta preparada, sino para intentar entender al otro.Intenta esto: mientras dialogas, resiste el impulso de juzgar, ofrecer consejos o incluso trata de identificar problemas y soluciones subyacentes. Aquí es un buen momento para recopilar información para aprender sobre cómo la otra persona ve la situación.
  5. Rebobinar: Las discusiones emocionalmente cargadas a menudo tienen sus raíces en problemas profundamente arraigados. Si se lo deja solo, es probable que estos problemas continúen surgiendo. Utiliza el rebobinado para volver a tratar el tema en otro momento, una vez que todas las partes hayan tenido tiempo de calmarse.Pruebe esto: antes de volver a tratar un tema delicado, reflexiona cuidadosamente sobre dónde y cuándo hablar, con el objetivo de una discusión tranquila y racional.
  6. Avance rápido: Si te encuentras en un momento emocionalmente cargado, da un paso atrás y piensa en las consecuencias de tus acciones, tanto a corto como a largo plazo.

Olvídate de cómo te sientes en el momento y pregúntate: ¿Cómo afectará esta decisión en un mes? ¿Un año? ¿Cinco años? Piensa en las consecuencias que tus acciones tendrán y actúa en base a eso.

Lo importante es entender que no hace falta suprimir tus emociones ante determinadas situaciones, sino aprender a manejar las reacciones de una manera inteligente.

Ya lo decía Charles Darwin “no es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino aquella que se adapta mejor a los cambios”.

Ahora, es momento de ponerlo en práctica, por lo que te invitamos a conocer nuestro Programa en Business Coaching

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