Cómo acelerar la madurez digital de tu empresa en El Salvador

Las empresas que buscan mantenerse competitivas enfrentan un doble desafío. Por un lado, deben superar brechas estructurales de madurez tecnológica que aún persisten en sectores clave como los servicios financieros o la salud. Por otro, tienen frente a sí un entorno regulatorio favorable —con la reciente Ley de Fomento de Inteligencia Artificial y Tecnologías— que ofrece una ventana única para dar un “salto” hacia la Cuarta Revolución Industrial.

La pregunta que surge en este contexto es inevitable: ¿cómo acelerar la madurez digital sin perder de vista la rentabilidad y la sostenibilidad del negocio? La respuesta no se encuentra únicamente en la adopción de nuevas herramientas tecnológicas. Conoce aquí los factores que se convierten en catalizadores de competitividad.

Diagnóstico de transformación digital

La aceleración de la transformación digital en El Salvador debe partir de un diagnóstico honesto y profundo. El Informe de Preparación Digital (DRA 2024-2025) revela que, aunque el país ha avanzado en conectividad y en la adopción de tecnologías dentro del sector empresarial, el ecosistema todavía se ubica en un nivel “sistemático” con un puntaje de 2.5 sobre 5. Esto refleja que existen iniciativas aisladas, colaboración intersectorial y cierto nivel de financiamiento, pero la implementación aún no logra consolidarse de manera uniforme a lo largo de las industrias.

En términos prácticos, esto significa que mientras algunas organizaciones ya experimentan con inteligencia artificial, digitalización de documentos o soluciones en la nube, otras aún operan con procesos tradicionales, poco automatizados y con alta dependencia de tareas manuales. La brecha se hace más evidente al comparar sectores: la banca y los servicios financieros, por ejemplo, muestran un déficit de madurez digital (2.0), mientras que áreas como el comercio electrónico y las startups tecnológicas alcanzan puntuaciones mucho más altas (3.4).

Este escenario plantea una paradoja: las oportunidades de crecimiento se concentran allí donde las brechas son más profundas. En servicios financieros, la baja adopción de soluciones digitales representa un mercado masivo para las fintech; en salud, la ausencia de interoperabilidad total en los expedientes clínicos abre espacio a empresas que ofrezcan tecnologías de gestión de datos; en manufactura y logística, la falta de automatización aún frena la competitividad frente a países vecinos.

Por ello, el diagnóstico no debe ser entendido como una fotografía estática de las limitaciones, sino como un mapa de oportunidades estratégicas para implementar soluciones corporativas digitales con impacto en Latinoamérica

A este panorama se suma el factor regulatorio: la Ley de Fomento de Inteligencia Artificial y Tecnologías, recientemente aprobada, exige estándares de equidad, transparencia y seguridad, pero al mismo tiempo crea un marco favorable para la experimentación en entornos de prueba regulados (sandboxes).

Brechas de madurez digital en sectores clave

El análisis del pilar “Economía” del Diagnóstico de Preparación Digital en El Salvador (2024-2025), elaborado y publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD / UNDP), muestra una asimetría profunda que explica la disparidad en los ritmos de adopción tecnológica. Mientras algunas áreas avanzan hacia la consolidación digital, otras permanecen rezagadas, generando un mosaico de realidades muy contrastantes.

Negocios: un motor en expansión

Con un puntaje de 3.4, este sub-pilar se posiciona como el más sólido. Empresas establecidas, startups y plataformas de comercio electrónico ya han incorporado tecnologías digitales que permiten escalar operaciones, optimizar procesos y ampliar mercados. El auge de los pagos en línea, las soluciones de e-commerce y la logística digitalizada son evidencia de que existe una base empresarial con capacidad de innovación.

¿Cuál es la clave estratégica? consolidar este dinamismo con analítica avanzada y cloud computing para fortalecer la escalabilidad.

Servicios financieros: la gran deuda pendiente

El puntaje de 2.0 en este sector es un llamado de atención. La baja penetración de pagos digitales, préstamos en línea y seguros inclusivos limita el acceso a herramientas básicas para empresas y consumidores. Sin embargo, esta debilidad también representa la mayor oportunidad de disrupción.

Fintech que ofrecen microcréditos digitales a pequeños comerciantes o soluciones de pagos móviles para zonas rurales podrían transformar radicalmente la inclusión financiera. Es un terreno fértil para la tecnología financiera, donde la innovación y la transformación digital pueden generar impacto económico inmediato.

Ecosistema de innovación: un potencial aún dormido

El puntaje de 2.2 refleja limitaciones en capital humano, incentivos y redes de investigación y desarrollo (I+D). Esto significa que existen emprendedores y startups con ideas, pero aún carecen del soporte necesario —talento especializado, financiamiento y políticas robustas— para escalar proyectos de manera sostenible. Incubadoras y aceleradoras tecnológicas podrían servir de puente entre universidades, sector privado e inversión extranjera para dinamizar este ecosistema. 

Oportunidad estratégica en la asimetría

Lo interesante de este diagnóstico es que las brechas no deben interpretarse como debilidades insalvables, sino como espacios de oportunidad. Allí donde existen vacíos, emergen posibilidades para que empresas visionarias tomen la delantera. La combinación de digitalización de documentos, plataformas de telesalud y soluciones de consultoría de tecnología puede convertir a El Salvador en un laboratorio de innovación regional.

Además, el contraste entre fortalezas y debilidades abre la puerta a estrategias de “salto tecnológico” (leapfrogging). En lugar de transitar etapas intermedias, las empresas pueden adoptar directamente tecnologías de última generación —como blockchain para trazabilidad o inteligencia artificial para scoring crediticio— y así superar a competidores más grandes que siguen atados a infraestructuras tradicionales.

Negocio y regulación como parte de una misma estrategia

Como ya se adelantó, la reciente Ley de Fomento de Inteligencia Artificial y Tecnologías marca un punto de inflexión: establece principios de transparencia, equidad y seguridad, pero también habilita la experimentación a través de entornos de prueba regulados.

La palabra experta ayuda a comprender la magnitud de este desafío. Giselle Ricur, en su libro publicado por la editorial ADEN que se titula Plan de transformación digital, sostiene que la tecnología es un medio para diferenciarse frente a la competencia, siempre que esté alineada con una propuesta de valor clara y con métricas de impacto. De lo contrario, la inversión digital se convierte en un gasto sin retorno.

Por su parte, Elvia Zacher subraya que la verdadera transformación no ocurre con la mera digitalización de procesos, sino cuando se rediseñan estructuras y se modifica la cultura empresarial. Desde esta perspectiva, la regulación deja de ser un obstáculo y pasa a ser un catalizador del cambio, porque obliga a las organizaciones a revisar cómo gestionan los datos, cómo capacitan a sus equipos y cómo construyen confianza con los clientes.

En términos prácticos, las empresas deben trabajar sobre dos frentes:

  1. Cumplimiento regulatorio. Integrar políticas de gobernanza de datos, invertir en ciberseguridad y garantizar procesos auditables. Los sandboxes ofrecen un espacio para innovar de manera segura, probando nuevas soluciones sin asumir todos los riesgos de mercado.
  2. Alineación estratégica. Asegurar que cada decisión tecnológica esté conectada con resultados concretos: mejorar la experiencia del cliente, optimizar costos operativos o habilitar nuevas fuentes de ingresos. Como enfatiza Ricur, “no se trata de digitalizar por moda, sino de transformar con propósito”.

Ahora bien, ¿cómo se logra esto y cómo se sostiene en el tiempo? Una de las claves se encuentra en el liderazgo y la preparación para el cambio.

Liderazgo del cambio cultural y la adopción tecnológica

Hablar de madurez digital sin hablar de cultura es como pretender construir un edificio inteligente sobre cimientos de barro. La evidencia en América Latina muestra que muchas compañías han invertido en nubes privadas, sistemas de analítica avanzada o soluciones de inteligencia artificial, pero los proyectos se detienen porque las personas siguen gestionando con mentalidades analógicas.

El rol del liderazgo en la Cuarta Revolución Industrial

Los directivos ya no son únicamente gestores de presupuestos o aprobadores de proyectos: son arquitectos del cambio, responsables de guiar a la organización en un entorno marcado por la disrupción tecnológica, la velocidad de los mercados y la presión de la competencia global.

Su función principal no es imponer nuevas herramientas digitales, sino inspirar confianza, dar sentido al proceso y movilizar a las personas. La clave radica en que la innovación no sea percibida como una amenaza, sino como una oportunidad colectiva de crecimiento.

Elvia Zacher describe la cultura organizacional como un “sistema operativo invisible”, donde se almacenan creencias, hábitos y modos de relación que definen cómo se toman las decisiones en la empresa. Si los líderes no actualizan ese sistema operativo —es decir, si no modelan una cultura que valore la innovación, la experimentación y el aprendizaje—, cualquier inversión tecnológica corre el riesgo de fracasar.

Esto exige que el CEO o el gerente sean los primeros en usar las nuevas plataformas, validar los resultados de la analítica y reconocer públicamente los aprendizajes derivados de la experimentación digital. El liderazgo se mide, entonces, no por discursos, sino por el ejemplo. Cuando la dirección se involucra personalmente en el uso de una nueva solución, transmite un mensaje claro: “esta innovación es estratégica para todos, empezando por mí”.

Como se plantea en el artículo IA para Decision Makers en empresas de América Latina publicado por ADEN Business Magazine, la inteligencia artificial solo se convierte en una ventaja real cuando se combina con una estrategia de negocio clara y una cultura organizacional dispuesta al cambio.

La gestión del cambio como estrategia práctica

Los equipos suelen sentir incertidumbre, temor a perder el control de sus tareas o incluso desconfianza hacia la utilidad real de las nuevas herramientas. Por eso, la gestión del cambio no es un accesorio del plan digital, sino su columna vertebral.

Giselle Ricur desarrolla este punto con especial claridad en Plan de transformación digital. La autora explica que la verdadera complejidad no reside en adquirir software o hardware, sino en transformar la forma en que las organizaciones conciben el trabajo, la toma de decisiones y la interacción entre sus actores. 

Ricur plantea que el éxito comienza con crear un sentido de urgencia. Sin esta percepción compartida de que “algo debe cambiar ya”, los equipos tienden a refugiarse en la inercia de lo conocido. El liderazgo debe comunicar con claridad por qué la transformación digital no es opcional, sino una condición de supervivencia en la economía actual. 

La segunda clave, según Ricur, es conformar equipos interdisciplinarios. La transformación digital no puede quedar solo en manos del área de tecnología o informática. Debe involucrar a marketing, finanzas, operaciones, recursos humanos y, sobre todo, a la alta dirección. Solo así se evita el error de considerar la digitalización como un proyecto aislado y se convierte en un esfuerzo colectivo que refleja la estrategia global de la empresa.

Un tercer elemento esencial es el diseño de un plan de comunicación continuo. Ricur advierte que muchos proyectos fallan porque se subestima la necesidad de explicar, escuchar y retroalimentar a cada grupo de interés. La comunicación debe adaptarse a cada público interno: directivos, mandos medios, técnicos, administrativos. No es lo mismo convencer a un comité ejecutivo de la importancia del análisis predictivo, que motivar a un equipo operativo para usar una app de gestión de inventarios.

Otro punto importante que aporta la autora es el de las “victorias tempranas”. En lugar de prometer transformaciones totales en el largo plazo, la estrategia debe mostrar resultados tangibles en etapas iniciales. Estas victorias funcionan como demostraciones de que el cambio produce beneficios reales.

Finalmente, Ricur propone consolidar los cambios y medir el impacto. La transformación no termina cuando se implementa una plataforma, sino cuando la organización logra que los nuevos procesos se conviertan en parte de su cultura diaria. 

Innovación y transformación digital en sectores estratégicos

Ya se observó que la madurez digital en El Salvador no se desarrolla de manera uniforme en todos los sectores. Algunos ámbitos presentan brechas críticas que se convierten en oportunidades estratégicas para quienes actúen con rapidez, mientras otros ya muestran avances que pueden aprovecharse como plataforma de escalamiento.

Finanzas y tecnología financiera

El déficit de madurez en servicios financieros en El Salvador —apenas 2.0 en el DRA— refleja una realidad contundente: gran parte de la población todavía no accede a pagos digitales, microcréditos o seguros en línea. Esta carencia se traduce en exclusión financiera, altos costos de transacción y un rezago frente a otros países de la región. Sin embargo, ese mismo rezago representa una oportunidad estratégica de primer orden para quienes sepan aprovecharlo.

En los últimos años, la entrada de fondos de capital global en América Latina ha validado que las fintech son el vehículo idóneo para cubrir esta brecha. Inversores de Silicon Valley y de centros financieros globales apuestan por startups capaces de resolver, con modelos ágiles, lo que la banca tradicional no ha logrado: inclusión, escalabilidad y bajos costos de infraestructura.

El libro Innovación y disrupción en los servicios financieros publicado por ADEN, explica que la gran diferencia de las fintech frente a la banca tradicional radica en su capacidad de adaptarse al cliente digital. Mientras los bancos suelen cargar con procesos burocráticos, costos altos y una arquitectura tecnológica rígida, las fintech diseñan servicios centrados en la experiencia del usuario: aplicaciones móviles intuitivas, productos personalizados según perfil de riesgo y tarifas competitivas. 

Según este enfoque, el desafío para los bancos regionales no es meramente tecnológico, sino estratégico: ¿competir frontalmente con las fintech o integrarlas como aliados dentro de su ecosistema?

Para los autores, el potencial es enorme. Los neobancos permiten abrir cuentas desde un celular en minutos, los sistemas de crédito basado en analítica de datos evalúan a clientes excluidos del historial bancario tradicional y las plataformas de pagos móviles facilitan transacciones incluso en zonas rurales con baja infraestructura física.

Existen hoy algunos ejemplos concretos:

  • Bancos regionales que crean divisiones de neobancos digitales logran ampliar su base de clientes jóvenes y urbanos, acostumbrados a operar sin efectivo ni sucursales.
  • Cooperativas financieras que integran billeteras móviles alcanzan poblaciones rurales no bancarizadas, reduciendo costos de transacción y mejorando la inclusión.
  • Grandes retailers que incorporan soluciones de pago digital compiten directamente con bancos al ofrecer créditos al consumo más rápidos y flexibles.

Además, el ecosistema de comercio electrónico salvadoreño (con un nivel de madurez de 3.4) ya está en expansión. Esto significa que las empresas están vendiendo en línea, pero la infraestructura de pagos, microcréditos y seguros asociados aún es deficiente. El vacío genera una paradoja: mientras hay transacciones digitales en aumento, los medios de pago no acompañan con la misma velocidad. 

Salud digital

El sector salud en El Salvador enfrenta desafíos históricos: altos costos de atención, baja cobertura y sistemas fragmentados que limitan la eficiencia. En este escenario, la Agenda Digital de Salud 2021–2024 establece metas ambiciosas: implementar telesalud en el 90 % de los servicios de atención primaria y desarrollar un expediente clínico digital interoperable para 2030. Estos objetivos marcan un antes y un después en la manera en que la población accederá a la atención médica.

Ricur, en Plan de transformación digital, advierte que la salud digital no se limita a incorporar nuevas plataformas tecnológicas. Su éxito depende de la capacidad de los actores de generar estrategias colaborativas entre Estado, prestadores de servicios, aseguradoras y pacientes. El desafío, en consecuencia, no es solo técnico, sino organizacional y cultural: establecer modelos de gobernanza de datos que garanticen seguridad, confianza e interoperabilidad.

Ricur también subraya que la transformación en salud debe apoyarse en los pilares SMAC (Social, Mobile, Analytics y Cloud). Aplicados al sector, estos componentes permiten:

  • Social: integrar plataformas de comunicación directa entre médicos y pacientes, reduciendo barreras geográficas.
  • Mobile: habilitar diagnósticos y monitoreo remoto a través de dispositivos portátiles y aplicaciones de salud.
  • Analytics: utilizar big data para anticipar brotes epidemiológicos, optimizar recursos y personalizar tratamientos.
  • Cloud: asegurar la interoperabilidad de expedientes médicos en sistemas seguros y accesibles desde cualquier punto del país.

Los beneficios de esta visión ya se observan en distintos contextos: hospitales que integran expedientes clínicos interoperables; programas de telemedicina en comunidades rurales; startups de salud digital que ofrecen monitoreo remoto de pacientes crónicos, mediante dispositivos móviles; aseguradoras que integran plataformas digitales facilitan autorizaciones, reducen trámites y mejoran la experiencia del asegurado.

Manufactura y logística

El primer paso hacia la madurez digital en este sector es la digitalización de documentos y procesos. Migrar facturas, órdenes de compra y registros de inventario a sistemas digitales no solo reduce costos administrativos, sino que también permite integrar a todos los actores de la cadena en un mismo ecosistema de información. 

La segunda dimensión está en la incorporación de Internet de las Cosas (IoT) y sensores inteligentes en las plantas de producción y en el transporte de mercancías. Estos dispositivos permiten monitorear temperatura, humedad, vibraciones o ubicación geográfica, garantizando la calidad de los productos y anticipando fallas en la maquinaria. 

Ricur sostiene que las organizaciones que integran analítica avanzada en sus procesos logísticos pueden convertir la información en ventaja competitiva, anticipando la demanda, optimizando rutas y evitando pérdidas por sobrestock o desabastecimiento. Su propuesta se alinea con la necesidad de que las empresas salvadoreñas utilicen el big data no solo para registrar operaciones, sino para tomar decisiones estratégicas en tiempo real.

Consultoría de tecnología: Qué tener en cuenta

El desarrollo de la madurez digital exige que los líderes empresariales comprendan no solo las ventajas de herramientas como cloud computing, big data, inteligencia artificial o blockchain, sino también sus implicaciones estratégicas y regulatorias. Sin esta visión, la innovación se convierte en un cúmulo de proyectos aislados que no logran escalar.

Existen instrumentos clave que deben integrarse en la estrategia:

  • Auditorías de madurez digital, que permiten diagnosticar el estado actual de la empresa y definir un plan de acción realista.
  • Sandboxes regulatorios, que ofrecen espacios seguros para probar innovaciones tecnológicas cumpliendo con la normativa vigente.
  • Proyectos piloto con victorias tempranas, que consolidan la confianza interna y reducen la resistencia al cambio.
  • Metodologías ágiles (Scrum, Design Thinking), que favorecen la rapidez de implementación y la adaptación continua a nuevas necesidades.

La consultoría de tecnología cobra aún más relevancia cuando se realiza en el propio contexto de la organización. La formación in company permite adaptar contenidos a las necesidades específicas de cada empresa, alineando los programas a su cultura, sector y objetivos estratégicos.

En este sentido, las soluciones corporativas de ADEN International Business School ofrecen un valor diferencial al diseñar programas que integran innovación tecnológica con desarrollo de competencias directivas. Estos programas combinan metodologías híbridas, talleres experienciales y acompañamiento experto para garantizar que la formación se traduzca en resultados medibles dentro de la organización.

Resumen final de preguntas frecuentes

Al finalizar la lectura sobre cómo acelerar la madurez digital en El Salvador, es natural que surjan dudas prácticas. La transformación digital es un proceso complejo que involucra cultura, tecnología, liderazgo y regulación.

  1. ¿Cómo se mide el nivel de madurez digital de una empresa?

    Existen modelos de madurez digital que evalúan distintas dimensiones: procesos, cultura, gobernanza de datos, experiencia del cliente y adopción tecnológica. A través de auditorías y encuestas internas se determina si la organización se encuentra en un nivel inicial (digitalización básica), intermedio (adopción parcial) o avanzado (integración total de lo digital en la estrategia).

  2. ¿Cuál es la diferencia entre digitalización y transformación digital?

    La digitalización consiste en pasar procesos analógicos a un formato digital, por ejemplo, migrar facturas en papel a un sistema online. En cambio, la transformación digital implica rediseñar el modelo de negocio, los procesos y la cultura de la empresa para crear valor sostenible mediante la tecnología.

  3. ¿Qué sectores tienen mayor oportunidad de salto tecnológico?

    En El Salvador destacan servicios financieros, salud, manufactura y logística. Estos sectores presentan brechas digitales profundas, lo que abre la posibilidad de dar un “salto tecnológico” (leapfrogging): adoptar directamente soluciones de última generación como pagos móviles, telesalud, IoT o blockchain sin pasar por etapas intermedias.

  4. ¿Cuáles son los errores más comunes en un proceso de transformación digital?

    ntre los más frecuentes se encuentran:
    – Confundir digitalización con transformación, limitándose a migrar procesos sin rediseñar modelos de negocio.
    – Falta de liderazgo cultural, que deriva en resistencia interna al cambio.
    – Inversiones aisladas en tecnología, sin un plan estratégico ni métricas de impacto.
    – Subestimar la capacitación del talento, lo que genera frustración y bajo uso de las herramientas.

  5. ¿Qué temas debería incluir un programa in company?

    Un programa in company efectivo debe dar respuestas a inquietudes actuales de los directivos: cómo preparar a los equipos frente a la digitalización, dónde aprovechar la inteligencia artificial para generar valor real o qué hacer cuando la infraestructura tecnológica limita la competitividad.
    Por eso, los contenidos más relevantes incluyen liderazgo en entornos digitales, gestión del cambio cultural, análisis de datos aplicados al negocio, innovación ágil y ciberseguridad. Además, hoy se valoran entrenamientos intensivos que combinan visión estratégica con práctica aplicada, como talleres de inteligencia artificial para tomadores de decisiones o capacitaciones en blockchain y nuevas tecnologías para la industria.

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Giselle Ricur

Experta en Telesalud

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Elvia Zacher

Experta en Marketing Estratégico y Digitalización de Negocios